Al terminar una
obra, la sensación que se tiene es de estar exprimido, de que tus más claras y
mejores ideas ya las has utilizado. Por ello, a la satisfacción ante la obra
acabada -todo lo que el escritor puede llegar a considerarla así-, se une el
desasosiego del, ¿y ahora qué escribo? ¿Seré capaz de hacerlo mejor, de
superarme?
Es como cuando
finaliza un parto. Ya sabemos en qué condiciones ha venido el bebé, pero
comienzan otras preocupaciones consustanciales a la crianza y supervivencia de
la criatura.
¿Cómo puede sobrevivir
el escritor a su última criatura?, es decir, ¿a sí mismo? La lucha es pertinaz
y casi obscena. Nunca, ¡nunca!, se conoce el resultado. Es una guerra sin fin,
en tanto en cuanto al escritor le quede un soplo de aliento vital para seguir
creando. Después, la paz. La esperanza de que los hijos inmortales -más o menos
relevantes, difundidos o silenciados-, honren la memoria de su progenitor.
Saludos con el viento.
4 comentarios:
La amistad tiene caminos muy extraños. Su origen o sus ocasiones pueden ser tan diferentes. Yo sólo sé que, sabiendo tan poco de ti, te considero una gran amiga, una gran poeta y escritora. Confío en ti y estoy seguro que eres capaz de lograr lo que te propongas.
A veces uno tiene la sensación de que se halla en un momento especial, en una especie de vuelta del camino, de viraje en su vida ( vidaje, ja,ja ). No siempre acaba produciéndose pero estoy seguro que si lo venteamos es porque es una de las opciones probables de ese momento. Lloramos y nos sentimos tristes. Nos sentimos escritores y aparece la obra, seguro.
Me ilusionan, en cualquier caso, tus pensamientos. Hay tanto que aprender de ti.
Un abrazo.
Querido Juan:
Agradecida por tus valiosas conaideraciones...
Nunca se sabe cuándo está a punto de darse un viraje en nuestra existencia, que, a la vez, depende en gran medida de quienes amamos o están cerca... Mientras tanto, yo le doy vueltas y vueltas a esta cabeza mía.
¿Amigos? ¡Por supuesto!
Aprender de mí... Casi me da vergüenza leerlo, cuando compruebo la de veces que me equivoco o caigo justamente en aquello que pretendo rehuir... No sé. Es un regalo tu concepto de mí, ya sabes que me llena de rubor y responsabilidad. Me conoces más que gente con la que me cruzo todos los días.
No puede faltar el "gracias" ni el abrazo.
Yo no tengo claro que quiera dejar algo de mi memoria, pero es que tampoco me gusta alumbrar criaturas. Humo, algo que se desvanece, nada perdurable.
Un abrazo, María.
Pues me temo que es un poco tarde para que puedas desvanecerte, querido amigo; ya somos muchos los que te hemos leído y te guardamos en la memoria o en el corazón.
Un abrazo.
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