Ada despierta sin saber
dónde está, en qué estado se encuentra ni cuánto tiempo ha permanecido sumida
en un profundo letargo. A partir de ahí, tendrá que enfrentarse a una realidad
que no hubiera imaginado ni en sus peores pesadillas. Pero Ada no se rendirá,
escapará de la propia historia para luchar contra ese destino.
Vivos y muertos
convivimos en un ciclo inmutable, una espiral de inconsciencia, de mirar para
otro lado, porque no queremos descubrir a cuál de los dos grupos pertenecemos.
Saludos con el viento.
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