Soñé
que no volvería a soñar;
que
la locura había caído
abrazada
a los sueños.
Yo
anidaba en ellos,
con
su muerte me volvía un borrón,
un
garabato
Lloré.
Grité. ¡Me descompuse en súplicas!
La
respuesta fue el silencio.
Quedaron
varados en su caverna
al
abrigo de sombras conocidas.
Ceñir
la sensatez lograría trastornarme.
Busqué
a los sueños que resistían
en
el fortín de una playa.
Invadí
la orilla. Me abismé
donde
los cuerdos ni locos bucean.
El
agua llegaba al fortín de arena,
los
sueños se confundían con la espuma.
Mansamente,
me diluí con ellos.
Saludos con el viento.
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