martes, 3 de marzo de 2020

Vulgar arena



Humanos... No aprendéis... Sois capaces de desollaros vivos, si hace falta, por puro y duro orgullo, os olvidáis de lo que es el honor. Os complace más acabar con los bolsillos llenos o saquear el alma de quien no se doblega ante vosotros, que poder levantaros del campo de batalla con la cabeza alta. ¡Esconded vuestras narices donde nadie pueda verlas! Por compasión...
Te he visto hoy, humano orgulloso e indigno, y, por un momento, sentí el impulso de ayudarte a abrir los ojos, pero pensé:
 -¡Quién soy yo! ¡Quién soy yo para, sin ser alquimista, querer convertir la vulgar arena en polvo de oro!
Replegué mis alas y contuve el aliento.
-Déjalo estar, Gárgola -me dije-. Vuela lejos de cualquier farsa. El fruto caerá del árbol cuando esté maduro.
¡Y todos caen! Entonces yo, con mis alas, recogeré a los que caigan con honor. Los demás, por mí, pueden pudrirse en el suelo.
Todo mi respeto a los humanos que, hasta ahora, no se hayan vendido a la mentira ni prostituyan su alma por maldad, despecho, envidia u orgullo desmedido.

Saludos con el viento.

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